Rodolfo Hinostroza: Lo que
ha cambiado es el mito. Ahora ya no son los mitos heroicos de los griegos o
los persas, sino los mitos del hombre cotidiano, de la historia individual
convertida en mito, de epopeyas humanas que son materia de mitos. Por otro lado,
los mitos son de materia oral antiquísimos y narran hazañas en serie y tienen
una razón muy poderosa de existir y todo ello reunido en una biblioteca oral,
porque en un principio no teníamos bibliotecas como las que hoy conocemos, pero sí teníamos
una biblioteca virtual que se transmitía de generación en generación, de padres
a hijos. Desde que yo comencé a escribir yo fui atraído por el mito, desde el primer
libro, y ahora ese mismo mito se afirmado más en mis últimos textos.
A.M.: Hablemos un poco de aquellas estructuras míticas
que a veces forman un "collage". Cada parte de éste es una visión fragmentaria
que forma un corpus mayor. En su poesía noto una estética de la fragmentación, a veces
todas se hallan dispersas en la página en blanco, pero vistos en bloque forman
una unidad elemental del cosmos histórico.
R.H.: Claro,
no solamente en mi poesía se puede notar eso, sino también en
mis cuentos que son también así como "collages", como trozos, como visiones de
cosas. La estética del "collage" es una cosa más reciente y mi visión fue un poco
anterior al ver dichas cosas. Yo hago cuerpos independientes pero intercomunicados;
escribo en géneros diferentes, pero en muchos me expreso a partir
de una línea a partir de la expresión de mi propia alma -como decimos los poetas- y me valgo de todos los medios expresivos a mi alcance que tengan que ver con
la palabra básicamente. El asunto es ese, no de la imagen porque yo no
soy fotógrafo ni pintor. Básicamente hay una imagen
virtual que el poeta puede crear y hay una imagen real que la hacen los pintores,
el sentido esencial entonces de mi poesía forma parte de una visión del mundo
basado en la palabra. Me he preguntado a cada minuto porqué yo dejé de escribir
poesía durante muchos años y siempre me preguntaban ¿porqué no escribe ya poesía? o ¿cuándo
publicas poesía? Y había transcurrido algo así como treinta años que no publicaba
poesía. Yo decía: “tengo otras cosas, escribo teatro, cuentos y muchas otras”; entonces, una de esas personas me dijo “pero usted ha abandonado la poesía por
la prosa”, y le respondí “no, un momento, no
es que yo haya retrocedido sino que he ascendido a lo más alto que puede
ascender el arte de la palabra, que es la palabra entera, que se ejecuta a través
de todos los medios en poesía, cuento, teatro, novela, ensayo, crónica y
verbalmente también a través de discursos", porque yo soy un ser de palabra
fundamentalmente, me encuentro muy cómodo con la palabra y a través de ella me
deslizo.
A.M.:¿Es posible, de este modo, integrar los diversos
géneros literarios en una feliz correspondencia entre fondo y forma? ¿Cómo se te
ha planteado esta disyuntiva en tu poesía, Rodolfo?
R.H.: He
logrado a través de ella todo lo que comporta la palabra. Todo es palabra, todo
ha pasado por la palabra, mi vida se ha dado a través de aquella y me he ganado
los frijoles a través de ella y eso es una definición actual de mi trabajo poético
literario. En general, es el hecho de haber trabajado durante cincuenta años, más
o menos estoy con diversos tipos de expresión literaria, pero siempre literarios
o extremos literarios como el periodismo. En fin, en todo caso, es lo que yo he
querido unir, tengo que explicarle al público que esta fascinación por la
palabra la heredé de mi padre que era un magnífico poeta que también vivió
fascinado por la palabra. Escribió sobre todo teatro y poesía, pero hizo
también novelas, radioteatro como “La conquista” que se difundió en muchos capítulos.
Yo soy más o menos la segunda generación de poetas Hinostroza, porque hay un
abuelo Hermenegildo Hinostroza que escribía, que no se si tuvo algún valor o
déficit grande, en fin yo formo parte de una especie de familia interesada en
la literatura. Yo creo por eso que es importante el origen ancashino en mi
padre y en mí, pues yo me he criado en Huaraz. Entonces es de esa tradición de
la que provengo, donde mi padre, me atrevo a decir, tiene una poesía muy
lograda dentro de la poesía ancashina, quizás la más lograda por su manejo
extraordinario del verso técnico y su gran lirismo que lo hizo cantor de la
estampa.
A.M.: En una entrevista que concedes a Miguel Ángel
Zapata señalas que “Imitación de Propercio”
lo escribiste de un tirón, a propósito de la fiera de la inspiración que
también tocó a tu padre el poeta Octavio Hinostroza ¿crees en la inspiración o la inspiración
es el trabajo diario al cual se refería Baudelaire?
R.H.: Yo
creo en la inspiración. Por otro lado, el trabajo es también importante porque refiere el empleo de la lengua; entonces, cuando estás como una especie de máquina bien
afinada, bien aceitada, de repente ahí aparece la inspiración. Hay una anécdota
de mi padre, quien me contó cuando tenía unos catorce años, época en que empezó
a despertarme la poesía y entonces me preguntó cuál de sus poemas me gustaba más
y yo le dije “Elegía a la muerte de Engracia” y él me dijo, "¿sabes cómo lo escribí?" y entonces me contó que había estado cruzando el patio de la casa de Huaraz y
de repente, a la mitad del patio, le vino la inspiración y lo tumbó y se mandó
entero con el poema, son como cuarenta versos que escribió de un solo tirón. Claro, yo decía que eso era imposible, hasta que me ocurrió a mí y cuando sucedió yo quedé
fulminado con el poema, y eso me ha ocurrido varias veces como una especie de
dictado. Después de una tarde que paseaba por París y tenía que estar en
Normandía al día siguiente de visita a la casa de la tía de mi mujer, de
repente me puse a escribir el poema largo y en la media noche mi mujer me dijo
apaga la luz y al día siguiente empacamos y nos fuimos a Normandía y cuando recién
volvimos a desempacar, lo primero que hice fue ponerme a escribir instalado en
un cuartito, mientras ella iba a preparar el aperitivo seguí con el poema y lo
terminé en dos sentadas, cuando ella regresó yo ya había terminado el poema,
por eso aparece el Monte Saint-Michel constantemente en el poema. ¡En dos
sentadas hice el poema de catorce páginas, ¡joder!, después le di un pequeño
corte, dos versos que estaban demás los corregí, por eso yo creo en la
inspiración porque es un poder secreto, un tigre en su motor, todo eso influye
en la palabra. Los poetas sucumben a este designio.
A.M.: Rodolfo,observo que tu poesía está impregnada del aura
culta de los clásicos poetas griegos y de los poetas de lengua inglesa. ¿Cómo has visto
esta suerte de correspondencia entre lo culto y lo marginal en el arte contemporáneo?
R.H.: Yo
diría que cada época lee su propio tiempo. Yo desconfío de las
apariencias, yo tengo una estética que es no creer en lo que veo. Un poeta
busca extraer de las apariencias las cosas mentales que hay en ella. Un poeta,
también, va muy al fondo con su lenguaje y ve cosas que el lenguaje oculta y ofrece. Por eso propone alternativas de lectura de mitos, por ejemplo, el
poeta debe tener ese espíritu de indagación formal y también de sentido porque
la poesía es un poderoso medio.
A.M.: En tu poética noto también un intenso conflicto y me
atrevería a señalar que en tus dos primeros poemarios está lo bélico, no sólo
en términos militares, sino hasta las palabras que están en trance pero no se
excluyen, mas bien se integran. Y está lo bélico en el amor, en lo erótico, en lo
cultural, en la calle, en la imaginación y el pensamiento a través del
lenguaje.
R.H.: Efectivamente,
soy astrólogo y yo le doy mucha importancia a la mitología. Efectivamente yo
tengo un componente de eso en mi escritura. A veces me da mucha energía animal, me da mucha
agresividad porque yo reconozco ser una persona agresiva, no en el sentido de
pegarle a la gente, pero sí soy irónico, uso la ironía como arma de humor. El
estilo humorístico también es uno de mis medios. El Aries tiene esa genética,
hay muchos como Charles Chaplin que eran Aries, porque el Aries no es sólo
agresivo, sino humorista, tú ves esa vena pues la tengo yo. Asimismo, me gusta la
comedia, yo tengo comedias escritas, me interesa ir dominando uno y otro arte y
la empresa de la palabra: la novela, la poesía, el cuento, pues comencé con la poesía;
después, me fui al cuento; luego, al teatro y; ahora, que estoy en la edad
madura, al ensayo y a la memoria.
R.H.: Los
de la Generación del 50 como que se portaron muy bien con nosotros. Nos recogieron y fueron
nuestros mentores: Alejandro Romualdo, Juan Gonzalo Rose y Wáshington
Delgado. Ellos nos enseñaron el oficio y las actitudes. Yo aprendí
muchísimo de Rose. Yo diría que fue una pasada de mano, la Generación del 50 nos pasó la
antorcha olímpica y seguimos corriendo con la poesía. No peleamos o tropezamos y eso me
importa porque sino se pierde esta celeridad, yo he visto que la gente se odia
en este oficio y debemos mantener esa continuidad generacional que nos
caracteriza como poesía nacional. En otros países como Argentina o Chile, de
feroces dictaduras, no lograron configurar una suerte generacional, en cambio
en nuestro país hay una huella generacional y de continuidad que hasta ahora en
nuestra fecha está vigente en los jóvenes poetas. A mí me entusiasma todo eso, nosotros
hemos excavado más en la poesía experimental porque toda la poesía moderna
peruana viene de una base experimental como
los Orkopata, los Westphalen, los Eielson, los Sologuren que son corrientes
experimentales que han forjado hondo en el alma de la poesía peruana. Entonces digo que
hemos experimentado mucho en las formas poéticas. La poesía peruana es la más
consistente históricamente y la más
variada en América Latina.
A.M.: Tú vienes de un
grupo de escritores importantes como la Generación del 60, que en términos de
Alberto Escobar "con aquella empieza un nuevo ciclo en la renovación de
nuestra poesía". ¿Hubo una ruptura de la tradición? ¿Cuál fue tu posición
frente a la Generación anterior?
Huaraz, mayo del 2012
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